jueves, 13 de agosto de 2009

Eduard: el actor que llevamos dentro.

"(..) de pronto le pareció que todas las personas con las que se había encontrado (..) eran sólo rayas absorvidas por un papel secante, seres con posturas intercambiables, seres sin una esencia firme; pero lo que es peor, lo que es mucho peor (siguió pensando), él mismo no es más que una sombra de todas esas gentes hechas de sombras, no ha empleado su inteligencia más que en adaptarse a ellas, en imitarlas, y aunque las imitara riéndose de ellas para sus adentros, sin tomárselo en serio, aunque al hacerlo procurara burlarse de ellas en secreto (justificando así su adaptación), eso no cambia en nada las cosas, porque una imitación malintencionada sigue siendo una imitación y una sombra que se burla sigue siendo una sombra, subordinada y derivada, pobre y simple.
Aquello era humillante, terriblemente humillante. "

Pag. 315 Kundera. "El libro de los amores ridículos"